REY, INDEPENDENCIA Y CONSTITUCIÓN


Después de la guerra que inició en 1808, España firmó la paz con Francia el 11 de diciembre de 1813, en el llamado Tratado de Valençay, por el que se reconocía rey de España a Fernando VII, quien al fin pudo regresar a su país hasta el 22 de marzo de 1814, tras haber estado recluido durante toda la guerra en territorio francés bajo el apodo de “El Deseado”, pero al retornar a su patria no apoyo ni agradeció a los luchadores liberales españoles que combatieron por él, ni juró la Constitución de 1812 sino que la abolió junto con todos los decretos de las Cortes de Cádiz. A partir de 1814, se termina el constitucionalismo y vuelve a haber rey en España y en América persiste la Colonia.


El cerrar los ingleses su frente bélico contra los Estados Unidos[1] permitió a los primeros, la invasión a territorio francés, lo que provocó la abdicación de Napoleón y la derrota definitiva en la batalla de Toulouse el 10 de abril de 1814.
En España el 4 de mayo de 1814, por un decreto manifiesto firmado en Valencia por Fernando VII, se disuelven las Cortes y se anula la Constitución. Durante la primera etapa del reinado, entre los años 1814 y 1820, el rey restablece el absolutismo.
Para el absolutismo lo primero, era que el rey fuera fuente de poder, y le tenía sin cuidado la evolución de los tiempos y las ideas de la mentalidad colectiva, ¡punto!
Mientras aquello ocurre en Europa, aquí en Nueva España, Rayón escribe una proclama dirigida a los españoles y la envía al Consulado en ella expresa:

La restitución de Fernando VII a su trono, no produjo otro efecto, respecto de la guerra que actualmente se hacía en Nueva España, que afirmar en los insurgentes la resolución de continuarla ya abiertamente para hacer la independencia (…)[2]


[1] Ver en este blog la entrada “LUCHA ENTRE BLOQUES DE PODER”.
[2] México desde 1808 hasta 1867 Paula y Arrangoíz, Francisco de; Edit. Porrúa, México 1999, pág. 136.

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