En 1813, el
Congreso de Chilpancingo, era protegido por el generalísimo José María Morelos
y Pavón, el primero declaró constitucionalmente la independencia de la América
Mexicana. Los insurgentes fueron motivo de alarma y preocupación
constante de la “gente de bien”, esto es en los altos círculos de la sociedad
colonial, incluyendo a las autoridades, sin embargo entre los indígenas,
mulatos y negros ellos representaba su consuelo y esperanza.
A principios del año 1814,
otro sacerdote, de los hombres principales de Morelos, quien era comandante en
jefe del ejército de Oaxaca, Puebla, Veracruz y Tecpan hizo una batalla,
pero el ardor con que obró en el ataque dado en las cercanías de
Valladolid en enero de 1814 contra las tropas mandadas por Iturbide le fue fatal
(…) Matamoros fue fusilado (…)[1]
Este episodio doloroso para Morelos, no le obstaculiza,
mas bien le motiva para dar legitimidad a su movimiento y al gobierno del
pueblo, incluso en el mismo año, se instaura la Constitución de Apatzingán.
Morelos ira perdiendo, uno a uno, a sus mejores lugartenientes. Primero había
caído Matamoros; el 18 de marzo de 1814, Miguel Bravo es capturado en
Huamutitlán y fusilado en Puebla, y el 27 de junio de ese año Hermenegildo
Galeana muere en un accidente cerca de Coyuca.
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